Cuba: el sueño posible y la tarea pendiente por Dr. Alberto Sanchez de Bustamante

Symposium “Cuba the Possible Dream”

Cuba: el sueño posible y la tarea pendiente por Dr. Alberto Sanchez de Bustamante



Herencias de un pasado empresarial

Cuando pienso en la historia de Cuba, no puedo evitar detenerme en esa vitalidad empresarial que caracterizó al país durante el siglo XIX y buena parte de la república. Fue un período en el que, pese a los constantes vaivenes políticos, la economía mostraba una capacidad casi prodigiosa para rehacerse. La guerra de independencia dejó tras de sí un país devastado, pero en apenas dos décadas ya se vislumbraban signos de recuperación. Esa resiliencia, esa voluntad de salir adelante con lo poco disponible, es algo que considero parte esencial de la identidad cubana.

Una república en construcción

Esa misma energía se trasladó al período republicano. No todo fue prosperidad ni mucho menos estabilidad, pero sí hubo un pulso empresarial que permitió soñar con un país moderno, conectado con el mundo y con un proyecto de nación en ciernes. Me interesa subrayar este aspecto porque con frecuencia, cuando hablamos de Cuba, caemos en la trampa de describir solo la épica política o el drama social. Sin embargo, detrás de esos grandes relatos hay también una sociedad que buscaba progreso, que invertía, que apostaba por la educación y que quería ver a Cuba entre los países que lideraban la región.

El peso de las interrupciones

Lamentablemente, ese dinamismo nunca logró consolidarse. Cada avance fue interrumpido por crisis internas o por factores externos que condicionaban nuestro desarrollo. La economía, en lugar de seguir una línea ascendente, se movía a saltos: dos pasos hacia adelante y uno hacia atrás. En el fondo, creo que ahí se encuentra una de nuestras heridas históricas: la incapacidad de sostener proyectos a largo plazo. Y esa herida se ha prolongado hasta el presente.

Cuba como posibilidad

De ahí la pertinencia del lema del simposio: Cuba, the possible dream. Porque Cuba sigue siendo eso, una posibilidad, una promesa que no termina de cumplirse. Cuando digo esto no me refiero únicamente a la política, sino a la totalidad de la vida nacional. Cuba es posible en su talento humano, en su riqueza cultural, en la fortaleza de su diáspora. Es posible en la manera en que los cubanos reinventan la vida cotidiana aun en condiciones adversas. Pero esa posibilidad necesita canales para materializarse.

El rol de la diáspora

Pienso en la diáspora no como una pérdida, sino como un capital. Millones de cubanos que viven fuera del país han llevado consigo esa tradición de resiliencia y creatividad. Han fundado negocios, han destacado en universidades, han aportado en industrias tecnológicas y culturales de todo el mundo. ¿No es acaso esta una muestra de lo que Cuba podría ser si existieran condiciones más favorables en la isla? La diáspora es una extensión del país, un recordatorio constante de su potencial, y al mismo tiempo, un reproche a la incapacidad de aprovecharlo internamente.

Cultura y economía: dos caras de la misma moneda

La cultura cubana, de la que tanto hablamos y tanto nos enorgullece, no está desconectada de la economía. Al contrario, la cultura florece cuando existen estructuras materiales que la sostienen. No se puede hablar de un sueño cubano posible sin pensar en un sistema productivo que dé espacio a la creación, a la innovación y al diálogo con el mundo. En este sentido, la cultura no es solo identidad, sino también motor de desarrollo.

Una mirada hacia adelante

El futuro de Cuba no puede construirse repitiendo errores del pasado. Necesitamos un proyecto inclusivo, abierto, capaz de integrar las fuerzas de dentro y de fuera del país. El sueño posible requiere instituciones sólidas, respeto a la iniciativa individual, y confianza en la capacidad de los cubanos para decidir su destino. Lo que aprendimos de nuestra historia es que, cuando se abren las compuertas, la creatividad y la energía social desbordan cualquier obstáculo.

Conclusión: soñar es necesario

Escribo estas reflexiones con la convicción de que soñar sigue siendo necesario. No un sueño ingenuo, sino un sueño crítico, informado por la historia y consciente de las limitaciones. Cuba the possible dream no es una consigna vacía, sino un reto: el de convertir la posibilidad en realidad. Y en ese proceso, tanto quienes permanecen en la isla como quienes la llevamos en el corazón desde fuera tenemos un papel ineludible. Porque Cuba, más que un territorio, es una forma de estar en el mundo.



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