Primeros presidentes: Estrada Palma, Gómez, Menocal — Cuba antes de 1959
Primeros presidentes: Estrada Palma, Gómez, Menocal — Cuba antes de 1959
La república naciente abrió sus ojos en 1902 con una paradoja: independencia formal y tutela condicionada. La Enmienda Platt encorsetó la soberanía, el azúcar dictaba los ciclos de prosperidad y crisis, y la relación con Estados Unidos marcaba la agenda. En ese tablero, los tres primeros presidentes —Tomás Estrada Palma, José Miguel Gómez y Mario García Menocal— intentaron construir Estado, arbitrar conflictos y modernizar el país, pero también consolidaron redes clientelares y aceptaron límites externos que hipotecaron la vida política. La Cuba tempranamente republicana fue, a la vez, laboratorio de instituciones y escenario de tensiones no resueltas.
Tomás Estrada Palma (1902–1906) llegó a la presidencia con prestigio de educador austero y una narrativa de honradez que encajaba con el deseo de orden. Su gobierno priorizó la organización administrativa, el saneamiento de las finanzas y la búsqueda de inversiones. Pero esa sobriedad tuvo costes políticos: centralizó decisiones, subestimó la negociación con la oposición y confió en exceso en el respaldo de Washington como garantía de estabilidad. En la práctica, su estilo de gobierno alimentó la percepción de un ejecutivo distante y poco inclinado al pacto.
La crisis estalló con su reelección de 1905. La oposición liberal denunció fraude, surgieron alzamientos y el conflicto se deslizó hacia la violencia. Estrada Palma renunció en 1906 y la Segunda Intervención estadounidense (1906–1909) ocupó el vacío, restaurando el orden a costa de la autonomía. El episodio dejó una lección amarga: sin reglas aceptadas por todos, la competencia electoral podía convertirse en pretexto para tutelas externas. La república aprendía que la legalidad necesitaba también legitimidad.
El péndulo giró con José Miguel Gómez (1909–1913), caudillo liberal famoso por el apodo de “Tiburón” y su frase “tiene dientes”, que la calle tradujo como apetito de poder y reparto. Su administración combinó obras públicas y ampliación del empleo estatal con un clientelismo que engrasó maquinarias provinciales. En 1910, la Ley Morúa prohibió los partidos basados en la raza, y en 1912 la protesta del Partido Independiente de Color fue sofocada con una represión brutal. La masacre reveló la profundidad de la desigualdad racial en una república que proclamaba ciudadanía universal pero no la garantizaba en la práctica.
Con Mario García Menocal (1913–1921), héroe de la independencia y referente conservador, el Estado abrazó un discurso de eficiencia, ferrocarriles y orden. La Primera Guerra Mundial disparó el precio del azúcar y alimentó un crecimiento vertiginoso —crédito fácil, tierras hipotecadas, ciudades que se modernizaban—, pero también sembró fragilidades. Las elecciones de 1916 fueron ásperamente disputadas; la Guerra de la Chambelona (1917), alzamiento liberal reprimido con apoyo de Washington, evidenció que la paz política dependía tanto de la fuerza como de la negociación.
El espejismo del azúcar culminó en la “Danza de los Millones” (1919–1920) y su abrupto colapso en 1920–1921. Bancos en apuros, haciendas rematadas y municipios endeudados dejaron al descubierto la dependencia de un monocultivo y de capitales externos. Si las avenidas, los puertos y las luces eléctricas contaban una historia de progreso, la geografía social narraba otra: latifundios en expansión, jornaleros sujetos a zafras impredecibles y una clase media urbana que nacía al calor del empleo estatal y los servicios.
En conjunto, los tres primeros gobiernos edificaron cimientos —ministerios, códigos, obras— y, al mismo tiempo, consolidaron un régimen oligárquico que mezcló elecciones competitivas con prácticas de fraude, reparto y dependencia. Al cerrar el ciclo de Menocal, Cuba tenía una capital cosmopolita y un campo desigual; una ciudadanía vibrante y un Estado vulnerable; una democracia con urnas pero sin plena capacidad para arbitrar sus conflictos sin tutelas. Ese legado, con luces y sombras, preparó el terreno para la crisis de los años veinte, el ascenso de Machado y, más adelante, las convulsiones que conducirían a 1959.
Referencias (selección, sin sitios .cu)
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Ada Ferrer, Cuba: An American History (Scribner, 2021). 
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Louis A. Pérez Jr., Cuba: Between Reform and Revolution (Oxford University Press, 5ª ed., 2014). 
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Hugh Thomas, Cuba: The Pursuit of Freedom (Harper & Row, 1971). 
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Aline Helg, Our Rightful Share: The Afro-Cuban Struggle for Equality, 1886–1912 (University of North Carolina Press, 1995). 
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“Platt Amendment (1901),” The Avalon Project, Yale Law School. 
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“Cuba: A Country Study,” Library of Congress (capítulos sobre la República temprana). 
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Entradas “Tomás Estrada Palma,” “José Miguel Gómez,” “Mario García Menocal,” Encyclopaedia Britannica. 


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