La Reunión de La Mejorana: El Encuentro que Marcó el Rumbo de la Independencia de Cuba

La Reunión de La Mejorana: El Encuentro que Marcó el Rumbo de la Independencia de Cuba

https://blog.herenciaculturalcubana.org/2025/05/la-reunion-de-la-mejorana-el-encuentro.html


El 5 de mayo de 1895, en un punto rural conocido como La Mejorana, se encontraron tres de los pilares más grandes de la independencia cubana: José Martí, Máximo Gómez y Antonio Maceo. Aquel encuentro, breve pero trascendental, fue mucho más que una reunión entre líderes revolucionarios: fue el choque de ideas, estrategias y visiones para la Cuba que estaba por nacer.
Un momento cargado de simbolismo

La reunión tuvo lugar en una finca en la actual provincia de Granma, entre Dos Ríos y Manzanillo. Era un sitio escogido por su localización estratégica, pero con el tiempo se ha convertido en símbolo del pensamiento profundo y las tensiones naturales de toda revolución.

José Martí había llegado desde el exilio con el firme propósito de no solo liberar a Cuba del dominio español, sino de fundar una república basada en la justicia, la civilidad y la equidad. Para lograrlo, necesitaba coordinarse con los principales líderes militares de la insurrección: el general dominicano Máximo Gómez, cerebro de la estrategia bélica, y Antonio Maceo, el imbatible “Titán de Bronce”.
Tres líderes, tres perspectivas

En La Mejorana, no todo fue armonía. Martí, como civil y representante del Partido Revolucionario Cubano, abogaba por un control político sobre la conducción militar del conflicto. Quería evitar que la guerra degenerara en una dictadura militar tras la victoria, como había ocurrido en otras revoluciones latinoamericanas.

Por su parte, Gómez y Maceo, veteranos de la Guerra de los Diez Años, defendían la necesidad de un mando militar sólido y centralizado, al menos mientras durara el conflicto armado. Para ellos, hablar de un gobierno civil mientras las armas aún rugían era prematuro y poco práctico.

La conversación fue tensa, pero respetuosa. No se firmó ningún acuerdo, y las diferencias quedaron latentes. Aun así, el compromiso con la causa común los mantuvo unidos.
Un destino sellado en pocos días

Solo dos semanas después, el 19 de mayo de 1895, José Martí cayó en combate en Dos Ríos, convirtiéndose en el mártir máximo de la independencia cubana. Su muerte dio un giro profundo al movimiento, dejando en manos de los militares el liderazgo de la guerra hasta 1898.

Con el tiempo, muchos han visto en La Mejorana el lugar donde se enfrentaron la república soñada y la guerra necesaria. Martí representaba el ideal de una Cuba con instituciones civiles, mientras Gómez y Maceo encarnaban la realidad ineludible del conflicto armado.

Un legado vivo

La Reunión de La Mejorana nos recuerda que toda revolución es también un diálogo entre ideas y armas, entre intelectuales y guerreros. Cuba nació de ese diálogo tenso pero imprescindible. Hoy, mirar atrás a ese histórico 5 de mayo no solo es honrar a los héroes, sino reflexionar sobre el país que querían construir.

La reunión de La Mejorana: un hito en la historia de Cuba

Traducido del Periódico Libre

El 5 de mayo de 1895, Martí, Gómez y Maceo se reunieron por primera vez tras su regreso a la isla para unirse a la guerra, que había estallado meses antes, el 24 de febrero.

A partir de escritos y fuentes libres y asociadas

Uno de los hechos más grandes y enigmáticos de la historia de Cuba es la famosa reunión en La Mejorana, el 5 de mayo de 1895, entre José Martí, Antonio Maceo y Máximo Gómez, tres figuras fundamentales del siglo XIX cubano.

El encuentro entre estos líderes de la Revolución tuvo lugar en la casa de Germán Álvarez, administrador de la colonia cañera del antiguo ingenio La Mejorana, ubicado en la actual provincia de Santiago de Cuba.

Era una amplia casa de campo de cuatro habitaciones, con un hermoso árbol de flamboyán en el patio trasero. Lo que quizás los reunidos no sabían era que esa residencia, donde tendría lugar el más trascendental encuentro de la Revolución del 95, era conocida por los mandos españoles como sitio frecuentado por los mambises.

Según el relato del alférez Ramón Garriga, quien fue ayudante de Martí en ese momento, la mesa del almuerzo se dispuso bajo el flamboyán del patio, con 18 personas sentadas: Gómez en el centro, Martí a su derecha y Antonio Maceo a la izquierda. A la derecha del Apóstol se sentó José Maceo, y a la izquierda de Antonio, Paquito Borrego y Jesús Rabí. También se sentó a la mesa el propio administrador de la hacienda, Germán Álvarez.

A pesar de las múltiples versiones sobre este importantísimo encuentro, el testimonio de Martí es el más completo. En las notas que escribió el mismo 5 de mayo, queda reflejado que fue una reunión tensa entre tres hombres apasionados por la libertad de Cuba, pero no necesariamente de acuerdo sobre cómo organizar la lucha:

“Maceo y Gómez hablan bajo, cerca de mí. Me llaman enseguida allí, en la puerta: que Maceo tiene otra idea de gobierno: una junta de generales mandada por sus representantes—y una Secretaría General. Vamos a una habitación a hablar. No puedo descifrar la conversación de Maceo: 'Pero ¿te quedas conmigo o vas con Gómez?' Y me habla, cortándome las palabras, como si yo fuera la continuación del gobierno legalista, y su representante.”

En las palabras de Martí se percibe con claridad que las viejas contradicciones entre el poder civil y militar, que venían de la Guerra de los Diez Años y la Guerra Chiquita, seguían vivas. Maceo defendía el predominio militar sin interferencias civiles.

Creía que primero debía ganarse la guerra contra España antes de pensar en un gobierno civil en medio de la manigua. Martí no compartía esa visión: aspiraba a un equilibrio de poderes:

“El Ejército sería recio, libre, y el país, como país y con toda su dignidad, representado,” escribió ese mismo día en su diario.

En esa ocasión, el Generalísimo apoyó las ideas del Delegado. Finalmente, a pesar del desacuerdo sobre la convocatoria de una Asamblea de Delegados propuesta por Martí y Gómez para formar un gobierno, Maceo subordinó su opinión y se mostró de acuerdo en enviar cuatro delegados por la provincia de Oriente.

El 18 de mayo de 1895, en su célebre carta inconclusa a Manuel Mercado, Martí amplió su visión sobre cómo debían organizarse las estructuras de poder revolucionarias:

“La revolución quiere libertad entera en el ejército, sin los estorbos que antes se le pusieron con una Cámara sin sanción real, o con el recelo de una juventud celosa de su republicanismo, o con los celos y temores del brillo futuro excesivo de un jefe puntilloso o previsor; pero la revolución quiere también representación republicana sucinta y respetable—la misma alma de humanidad y decoro, llena del anhelo de dignidad individual, en la representación de la república, que anima y sostiene al revolucionario en la guerra.”

En una carta de Maceo a Gómez, fechada el 16 de junio de 1895, se confirma que la discusión sobre la formación de una Asamblea fue uno de los temas centrales del encuentro. En ella, Maceo le recuerda a Gómez:

“La última vez que nos reunimos usted, Martí y yo, creí que la formación de un gobierno era algo prematuro, pero hoy lo exige la fuerza de la revolución.”

Otro tema abordado fue el descontento de Maceo con la designación de Flor Crombet como jefe de la expedición que lo trajo desde Costa Rica. Martí lo deja claro en su diario:

“Lo veo herido, 'lo quiero', me dice, 'menos de lo que lo quería', por haber reducido a Flor al mando de la expedición y al gasto de sus fondos.”

Sabemos, gracias a una carta de Martí a Carmen Miyares y al diario de Gómez, que el 6 de mayo, Maceo los invitó a su campamento y les presentó a sus tropas como forma de reparación, tras haberlos hecho dormir fuera del campamento la noche anterior, molesto por los desacuerdos en La Mejorana. “Y así, como acostados, y con pensamientos tristes, dormimos”, había escrito Martí en su diario.

Sobre la visita, Gómez anotó:

“Marchando hacia Bayamo, confundidos y contrariados por la conducta del general Antonio Maceo, encontramos una de las avanzadas de su campamento de más de dos mil hombres y fuimos forzados a entrar. El general se disculpó como pudo; ignoramos la disculpa como ignoramos el desaire, y nuestra amarga decepción del día anterior fue curada por el entusiasmo y respeto con que nos recibieron y aclamaron esas tropas.”

Pero una pregunta surge inevitablemente: ¿qué pasó exactamente entre Gómez y Maceo en esa reunión? ¿Qué palabras intercambiaron?

Según el historiador Jorge Ibarra, en su libro José Martí, líder, político e ideólogo, Maceo tenía más razones para irritarse con Gómez que con Martí. Gómez fue quien promovió la creación de la Asamblea de Delegados, algo que Maceo rechazó con firmeza. Además, sabía que el Generalísimo apoyó la decisión del Delegado del Partido Revolucionario Cubano de colocar a Flor Crombet al mando, un punto especialmente sensible para él.

Todo indica que también se discutió la invasión al Occidente, el gran objetivo de Gómez y Maceo, y la distribución de los mandos del ejército. Hay versiones diferentes sobre el momento oportuno para iniciar esa campaña. Lo más probable es que Gómez le pidiera a Maceo atraer al enemigo hacia su zona mientras él avanzaba hacia Camagüey. Martí, por su parte, era partidario de acelerar la guerra y acortar el camino hacia la victoria.

También se trató la posible salida de Martí de la isla. Maceo consideraba que el Apóstol debía regresar al exterior para apoyar la Revolución desde allí. Martí, sin embargo, respondió que no abandonaría Cuba sin antes haber presenciado uno o dos combates.

Después de la reunión, los líderes se separaron molestos. Martí relata que, mientras los Maceo regresaban a su campamento en Hondón de Majaguabo, él y Gómez continuaban “con la escolta malhumorada; al anochecer (…) sin rumbo cierto.”

El Generalísimo dejó constancia de ese momento en su diario de campaña:

“Nos condujo hasta las afueras de su campamento, donde pasamos la noche solos y desamparados, escoltados apenas por 20 hombres inexpertos y mal armados.”

El 6 de mayo, sin embargo, trajo momentos de reparación y posibilidades de nuevo diálogo. La carta posterior de Martí a Carmen Miyares y las notas de Gómez nos informan que ese día Maceo los recibió con sus tropas, unas 3,000 personas, gesto interpretado como una disculpa.

Ramón Garriga señala que Martí afirmaba que solo dejaría Cuba después de reunirse con Bartolomé Masó y Salvador Cisneros Betancourt. Su propósito, como reflejan sus escritos, era llegar a Camagüey para gobernar. Solo entonces decidiría su destino.

Tal vez todo lo que se dijo en el ingenio, y muchas de las interrogantes que persisten, podrían conocerse si se tuviera acceso a las cuatro páginas faltantes del diario de campaña de Martí, correspondientes al 6 de mayo.

En 1948, el ex coronel del Ejército Libertador, Ramón Garriga, declaró al Diario de la Marina que siempre llevaba ese diario en sus alforjas y solo lo entregaba cuando Martí iba a tomar notas. Por eso lo tenía consigo en Dos Ríos, y tras la muerte del Apóstol, se lo entregó a Gómez completo, sin faltarle una sola hoja.

Aun así, cualquier diferencia entre ellos se reducía ante el compromiso que los unía con Cuba. Pero negar que tuvieran fuertes desacuerdos es una idealización que aleja el relato de la realidad.

Como bien expresó Rolando Rodríguez en su libro Dos Ríos: A caballo y con el sol en la frente:

“Después de todo, no es que eligieran la compañía, sino que la compañía los eligió, porque dada su naturaleza ciclópea, necesitaba leones, y los leones no se acarician. Los tres resultaron ser hombres—el refinado, seductor y brillante Martí; el vigoroso, enérgico y talentoso Maceo; el severo, astuto y resuelto Gómez—hechos para mandar y no para ser mandados. Sus relaciones, por tanto, no podían ser fáciles, y eso explica sus diferencias. De haber sido distintos, quizás sus nombres no hubieran entrado en la historia, o lo habrían hecho como subordinados.”

Comments

Popular Posts