Bartolomé Masó: ¿Un héroe olvidado?

Foto Via Wikimedia Commons
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En la historia de Cuba hay nombres que representan más que una victoria militar.

Son nombres que encarnan los valores de honor, sacrificio y dignidad.
Uno de esos nombres es el del General Bartolomé Masó.

Nació en Yara, cerca de Bayamo, en 1830, en el oriente cubano.
Desde joven sintió el peso de la injusticia colonial española, y en 1868 se unió a la Guerra de los Diez Años, el primer gran levantamiento por la independencia de Cuba.

Luchó al lado de próceres como Carlos Manuel de Céspedes, Ignacio Agramonte y Máximo Gómez, y nunca aceptó la paz sin libertad.
Tras el Pacto del Zanjón, Masó rechazó el acuerdo, considerándolo una traición a la causa.

Años después, cuando José Martí reorganizó el movimiento con la Guerra Necesaria en 1895, Masó fue uno de los primeros en alzarse nuevamente.

Durante esta etapa fue designado Vicepresidente de la República en Armas, y luego Presidente interino tras la muerte de Martí, Maceo y Gómez.

Pero su gesto más admirable llegaría en tiempos de aparente paz.
En 1901, tras la derrota de España, se celebraron elecciones para el primer gobierno de la República.

Bartolomé Masó fue postulado como presidente… pero entonces apareció la Enmienda Platt.

Este documento, impulsado por Estados Unidos, otorgaba a ese país el derecho a intervenir en Cuba cuando lo considerara necesario.
Era una afrenta a la soberanía nacional.

Masó, fiel a sus principios, se negó a aceptar la imposición.
Rechazó la candidatura a la presidencia y se retiró de la vida política, antes que someterse a intereses extranjeros.

Murió en 1907, en Manzanillo, lejos del poder, pero con la frente en alto. No fue presidente de Cuba, pero fue algo más: una conciencia moral para la nación.

Hoy, Bartolomé Masó es recordado no solo como militar, sino como un símbolo de dignidad patriótica, de esos que no se venden ni se rinden.

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